domingo, 19 de octubre de 2008

Tiburones 1


Dicen que la piel de los tiburones es como una lija basta, capaz, simplemente con el roce de una pasada, de dejar a la vista los huesos de cualquier brazo o pierna que desafortunadamente encuentre en su camino. Aunque no soy el iniciador de su uso, aplaudo como una de las más acertadas asociaciones de palabras y significados la denominación de "tiburones" a esa casta hereditaria, con admisión forzada de algún advenedizo de tanto en cuanto. Esa casta privilegiada para cuya voluntad no existe límite alguno; cuando las leyes pueden hacerles algún daño, se cambian esas leyes; cuando lo que puede determinar que alguno de esos tiburones acabe entre rejas, sea una más que aceptada interpretación de esas leyes por el Tribunal Constitucional, pues nada, unas cuantas cacerías, algún agasajo u homenaje a la "inestimable trayectoria profesional" –así se llama ahora al bíblico plato de lentejas– y se tuerce la interpretación del Constitucional.


Nadie ha sabido ponerle el cascabel al gato, o el gato, que para algo lo es, ha sabido rodearse del sistema de seguridad y alarma, principalmente "chivatos", que le alerte sobre cualquier intento sincero de "cascabelearle" su placentera vida. Que nadie tenga la desfachatez de enarbolar banderas ni consignas. Nadie, ni socialistas, ni falangistas, ni comunistas, ni liberales han tenido los redaños suficientes para enfrentárseles, algunos ni lo han intentado, otros, temiendo el zarpazo de la represalia, siempre brutal y demoledora, han colaborado en la alerta, si alguno de sus compañeros se permitiese tan sólo cuestionar el orden, y su inamovilidad, de las cosas. Es más, los tiburones rápidamente acertaron con la mejor medida de seguridad que les pudiera proteger: la ambición y la falta de moral de nuestra actual sociedad. La corrupción es la peste más extendida del siglo XX y va camino de continuar siéndolo en el siglo XXI. Es prácticamente imposible de erradicar porque, al contrario que en otras pandemias, el 95% de los individuos que no la padecen, sólo desean ser infectados por ella.


Esta casta-especie de tiburones, como muchas otras, también disfruta de sus variantes o subespecies, generadas por la adaptación de algunos de sus especímenes a diversos hábitats, y han sido algunas de éstas, las más carroñeras y sin escrúpulos, las responsables de la actual hecatombe mundial, económica y financiera.


Lo realmente trágico en términos sociales, los que realmente importan, es que, sea cual sea la acumulación de excrementos que los raids y las rapiñas de estos tiburones (corrupciones, pelotazos, negocios fraudulentos, contabilidades creativas, etc.) arrojen sobre la sociedad, el resultado de sus tropelías de las que sólo ellos sacan beneficios, finalmente llegarán los Estados e indefectiblemente socializarán sus pérdidas: las pagaremos entre todos. El nivel de desfachatez pública e inmoralidad política empleado por los que gobiernan cada uno de esos Estados, a la hora de justificar la socialización de las pérdidas, será directamente proporcional a la deuda económica que sus políticos hayan contraído con los tiburones. En algunos países, los menos, sus gobiernos obligarán a las entidades de los tiburones a recomprar sus basuras, una vez saneadas con el dinero de todos, pagando unos intereses, siempre por debajo de los que esos tiburones nos cobrarían a nosotros. En otros países, los gobiernos dictarán normas estrictas para el uso de esas ayudas, evitando que vayan aparar alas propias cuentas de resultados de las entidades bancarias, en vez de a créditos a las familias y a las pequeñas y medianas empresas. En España, con el "místico del fare niente", ya ha salido el babas del ministro de Economía diciendo que cómo iba a controlar el Estado a nuestra solvente banca, la tan solvente que nos ha traído hasta este punto en el que confluyen la crisis mundial con nuestra carpetobetónica burbuja inmobiliaria.


Estos tiburones, poseedores de la seguridad de que por muy gorda que sea la que nos monten, a ellos sí, siempre les saldrá al rescate Papá Estado con el dinero de todos.


Pues justo a estos tiburones y por las razones expresadas exijo que el Estado les haga pagar unos mayores impuestos por el "seguro" de que Papá Estado no los va a dejar nunca con el culo al aire. Mal está que esto sea así pero ya que, con los
partidos que actualmente pueden ocupar el gobierno, sería impensable otra posibilidad más justa para el conjunto de los españoles, seamos prácticos, esa seguridad, que nadie más obtendrá, tiene un precio y deben pagarlo ellos:


Mayores impuestos para los tiburones.



1 comentario:

Nometoqueslosmondongos dijo...

Extractos de las Joyas de Don Carlos "Metepatas" Rubido, supuesto coordinador gallego en
Entrevista en Onda Cero Santiago el 10.10.08:
"Este partido quiere acabar de una vez por todas con algo muy importante que es regenerar la democracia en España".........

(????...supongo que le traicionó el subconsciente......No???)

"Somos un partido muy pequeñito".....

(y usted parece algo acomplejado)

"Pensamos que un solo miembro de nuestro partido es llave de poder para formar gobierno en las próximas elecciones autonómicas".....

(Señor, señor.....aunque lo pienses no lo digas.....Dice Rosa Díez que no os casais con nadie, que debe gobernar el que gane las elecciones, que no se debe ceder al chantaje nacionalista por el que con unos pocos votos se puede formar gobierno con un pacto con PP o PSOE, y va usted y dice que quiere hacer lo mismo. ¿Un quítate tú pa ponerme yo?...Eso no está bien señor Rubido...no, no, no...)